Por norma general, a la hora de tomar una decisión lo hacemos en base a algunos aspectos concretos. Con menor frecuencia, se tiene en cuenta lo que no se debe hacer o con lo que no hay que contar, para que la elección sea la mejor. Sobre todo cuando se trata de cuestiones vitales o relacionadas con el bienestar. En esta ocasión, vamos a hablar de las residencias de ancianos, pero no vamos a centrarnos en los aspectos a tener en cuenta. Para empezar, hablaremos de aquellos errores comunes que se suelen cometer a la hora de tomar la elección. Es decir, diremos lo que no hay que hacer.
Tomar una decisión tan importante como la de elegir una residencia para nuestros mayores, es algo que debemos hacer pensando en la persona que va a vivir en ella. Por supuesto, esa es la prioridad. Elegir correctamente va a influir en el bienestar físico de la persona mayor, en su estado emocional y en lo relativo al aspecto social. Evitar los errores habituales que se cometen a la hora de tomar la decisión adecuada, va a garantizar que la atención se adecuada y el entorno, seguro, humano y profesional. Lo que necesitan nuestros mayores cuando tienen que pasar por este momento.
Además de valorar más adelante aquellos aspectos a tener en cuenta para la elección, vamos a empezar por los errores. Esos errores más que comunes, por desgracia, cometidos a la hora de elegir el lugar más adecuado. Tomarse el tiempo necesario, hacer visitas al centro y contar con toda la información disponible, es fundamental. Por lo que hay que tener en cuenta estas acciones que, de forma errónea, se llevan a cabo ante la decisión.
Priorizar lo que no se debe
Sin duda, es uno de los errores más básicos y repetidos a la hora de tomar este tipo de decisiones. Priorizar aspectos como el precio, no es prudente. A veces lo barato sale caro, como nos explican en la Residencia Castilla y, por el contrario, algo caro no tiene por qué proporcionar los cuidados adecuados. Buscar la opción más económica sin tener en cuenta otros aspectos, puede ser y, de hecho es, un error. Los precios bajos pueden esconder servicios limitados o contar con una atención personalizada muy básica. El coste es importante, por supuesto, pero debe ser equilibrado y conforme a la calidad asistencial y las condiciones del centro. Igual ocurre a la inversa, puede ser muy caro y no proporcionar los servicios ofrecidos. Por lo tanto, especial atención en este punto.
Otro error en el que se suele incurrir, es no visitar el centro con anterioridad al ingreso. Decidir sin conocer las instalaciones, el centro y a su personal, es un error que puede resultar catastrófico. Las visitas presenciales, permiten comprobar las instalaciones disponibles, el estado de las mismas, el trato del personal, el ambiente existente entre los residentes o las actividades que se realizan en el centro. Además de que hacer una (o varias) visitas, permite resolver todas las dudas relativas al horario, la atención o el funcionamiento del centro.
Conviene prestar algo de atención a las opiniones de otros residentes y familiares. No hacer caso a las reseñas es algo habitual y, por supuesto, equivoco. Preguntar a residentes, familiares y hacerlo de forma directa, es una de las más poderosas y valiosas fuentes de información. Con la misma, es posible forjarse la opinión más acertada sobre el centro y como funciona. Saber de primera mano cómo se sienten aquellos que viven en el centro, proporciona una visión muy clara y real sobre los servicios que ofrecen en la residencia.
Al mismo tiempo, hay que informarse sobre todo lo concerniente a las visitas. Saber cómo funciona este aspecto en una residencia, es algo que no se suele tener en cuenta. Luego llegan las sorpresas. Cada centro suele contar con su propia normativa al respecto, aunque por lo general, suelen permitirse varias visitas, en un horario amplio y flexible, siempre que se respete el descanso de los residentes.
Por lo general, las visitas a los residentes son diarias y se pueden distribuir a lo largo de todo el día, dentro de unos horarios establecidos. En momentos puntuales como puede ser una situación sanitaria especial, si pueden imponerse limitaciones temporales. Tener en cuenta estas posibilidades resulta indispensable para los familiares y, por supuesto para el residente que, será quien reciba esas visitas. Este aspecto, tampoco se suele considerar de primera mano, otro error que no se debe cometer.
Lo que si hay que considerar
Ahora que tenemos claro lo que no hay que hacer a la hora de tomar la mejor decisión, podemos hablar de aquellos factores a considerar. Siempre evitando caer en los errores mencionados. La elección de una residencia de ancianos, es una decisión crucial tanto para la persona mayor, como para el familiar. Lo que implica tener en cuenta algunas consideraciones. Desde las necesidades de salud hasta el bienestar emocional. Cada uno de los aspectos tiene su importancia a la hora de garantizar el mejor cuidado y atención de los mayores.
En primer lugar, hay que tener en cuenta la salud física y las necesidades médicas de los residentes. Una residencia adecuada, debe ofrecer y proporcionar las instalaciones médicas de calidad junto a un personal cualificado, capaz de atender las diferentes condiciones de salud. Es fundamental que en el centro haya enfermeras, médicos y especialistas disponibles.
Lo siguiente en la lista, el bienestar emocional y social de los ancianos. Es tan importante como la salud física. Las buenas residencias deben ser capaces de proporcionar un ambiente cálido y acogedor, en el cual los residentes puedan interactuar y participar en diferentes actividades. Estimular la mente y el espíritu es algo que deben fomentar en las residencias.
Con estos aspectos muy presentes, toca tener en cuenta otro tipo de factores. Uno de ellos es la ubicación y accesibilidad del centro. Este aspecto es bastante relevante, debe disponer de un fácil acceso para que los familiares puedan realizar visitas regulares, vital para el bienestar emocional. La proximidad a hospitales y servicios de emergencia, debe ser por igual, considerada.
La calidad de las instalaciones y las comodidades que ofrece una residencia, indican el nivel de los cuidados que proporciona. Habitaciones cómodas y equipadas, zonas comunes agradables y accesibles para aquellos que tienen movilidad reducida, es algo que se debe valorar.
Aparte de estos aspectos esenciales, se debe considerar y evaluar la calidad de los cuidados ofrecidos y proporcionados. El personal que trabaje en la residencia, no solo debe contar con la cualificación adecuada, tiene que ser compasivo y cálido, además de estar comprometido con los cuidados individualizados.
Verificar la seguridad y los protocolos de emergencia, es igualmente indispensable. Conocer si disponen de medidas de prevención de incendios, seguridad en las instalaciones y planes de evacuación, dará un plus de tranquilidad tanto a los familiares, como a los residentes.
Si todo esto es como debe, toca valorar los aspectos legales y financieros. Hacer un análisis detallado de los costes evita sorpresas económicas. Considerar el coste de base, así como gastos adicionales debido a los servicios especiales como puede ser una atención médica concreta o terapias y actividades especiales. Puede resultar interesante y conveniente, conocer la escalabilidad de los costes, en caso de que las necesidades del familiar aumenten. En este aspecto, puede ser positivo investigar las opciones de financiación disponibles, lo que puede incluir seguros de salud, programas de asistencia gubernamental o beneficios de cualquier otro tipo.
Por último, revisar el contrato de forma meticulosa, con objeto de saber lo que se firma y entender tanto las obligaciones, como los derechos del residente y la residencia. Algunos de los puntos clave a considerar son la duración del contrato, las condiciones que pueden darlo por finalizado o modificarlo, las políticas en caso de cambio en el tipo de cuidados… Resulta interesante entender la manera en la que se manejan los aspectos relativos a la privacidad y los derechos con los que cuenta un residente.
Teniendo en cuenta todo lo reseñado, desde los errores que hay que evitar cometer, hasta los aspectos que hay que considerar, un indicador de la calidad de la residencia, pueden ser las certificaciones y reconocimientos. Los organismos responsables de acreditar a estos centros, pueden ser un buen indicador de que la residencia es de calidad y comprometida en sus labores. Cumpliendo con una serie de estándares en lo que a atención sociosanitaria, respecta. Este tipo de acreditaciones, no se obtienen porque sí. Requieren de pasar auditorias regulares y cumplir los criterios más estrictos en algunos puntos como la calidad en los cuidados, la formación del personal y la seguridad de las instalaciones.
En cualquier caso, lo mejor es hacer una visita. Preparara y planificada con el tiempo necesario para evaluar in situ y de forma adecuada la calidad de la residencia. Observar las instalaciones, interactuar con el personal y observar cómo actúan entre ellos y con los residentes, es la mejor manera de elegir acertadamente. Pensando en lo que querrías para ti, valorando todo lo que hay que valorar y, haciendo lo mejor para tu persona mayor.